Argentina
Imaginar un largometraje en el que el protagonista está encerrado en un ataúd bajo tierra de principio a fin y sólo dispone de un teléfono, mientras es víctima de una extorsión (y ninguno de los varios otros partícipes de la historia aparecen en la pantalla), puede ser considerado como una excentricidad, un experimento difícilmente interesante o una hazaña.
A partir de esta premisa exacta, "Enterrado" no se convierte en ninguna de ellas, excepto tal vez la última. Si hay algún número de magia, será el de la escritura del guión. Lo que la candidatea, probablemente, a convertirse en una de las mejores películas del 2010.