Por Gonzalo Gala
España
Con la película "M" (1931), Fritz Lang se acercó a un hecho real, la historia de un asesino de niños que aterrorizó a Alemania. Peter Kurten fue un criminal que inspiró al personaje encarnado por Peter Lorre (Hans Becker), quien estuvo acompañado por otros actores secundarios como Otto Brenicke, interpretando al inspector Lomas.
"El asesino está entre nosotros" era el título original del filme, aunque es más conocido por "M" (de "Mördred", asesino en alemán) por la letra que le pusieron en la espalda a su personaje, para que fuese identificado inmediatamente.
Técnicamente, la película es muy innovadora. Continúa con los juegos de sombras y luces, como referencias al cine mudo, pero presenta un estilo visual y una estructura de las secuencias, que luego sería imitado por el cine de terror.
La fotografía de Fritz Arno Wagner define estilísticamente la historia con sus primeros planos y sus contrapicados para diferenciar al asesino del pueblo que le persigue.
Entre las innovaciones de Lang, está el empleo del reloj que luego tomarían algunos directores como Fred Zinnemann para "High Noon" (1952). Pero lo más característico de la película son las elipses que muestran las fechorías de este asesino en serie, recurso que luego imitaría la RKO en sus películas de terror o "Alien" de Ridley Scott.
Una de las secuencias da un definitivo testimonio de esta forma de rodar. Una niña juega con la pelota, estrellándola contra la pared, en donde se lee en un cartel: "¿Quién es el asesino?" . Se ve asomarse la sombra de M que se acerca amablemente a la niña. Plano del reloj. La madre prepara la comida y la mesa. Los niños corren hacia las escaleras, pero la niña no. M compra un globo, mientras silba. La madre se impacienta, se asoma a la ventana y ve las escaleras desiertas. El balón rueda por la calle y el globo sube el tendido de la luz.
"M" se trata de un estudio sobre una colectividad conmovida por un caso de criminalidad patológica. De hecho, ante la incapacidad de la Policía por capturarle, los bajos fondos se unen con el fin de atrapar al asesino. Y cuando por fin lo logran, concluye con un juicio popular en donde el "monstruo" confiesa ante un auditorio de vagabundos, que no están dispuestos a escucharle. Esta secuencia final es definitiva porque hasta este momento el personaje de Hans Beckert no existía como individuo, en la película no se dice nada de sus motivos de su conducta, de ahí que su presencia se limitase a la de un criminal anónimo, oculto bajo la apariencia de un hombre cualquiera. Pero cuando expone su conmovedor discurso, se descubre que no es más que un perturbado mental.
Al final, los espectadores llegan incluso a apiadarse del personaje prinicpal cuando se ve atrapado por el pueblo, como sucedería más tarde con Spencer Tracy en "Fury" (1936), del propio Fritz Lang, aunque en aquella cinta el personaje era inocente.
Seguramente aquí se encuentra la influencia de los años treinta en Alemania, ya que esta película, al igual que "The Testament of Dr. Mabuse" (1933), fue escrita en colaboración con su esposa Thea von Harbou, escritora de éxito de la época y destacada militante del partido nazi.
Esta fue la penúltima película de Lang en Alemania, antes de marcharse a Estados Unidos, debido a la realidad política en su país con el partido nazi. Allí redondearía su carrera, con títulos como "Fury" o "The Woman in the Window" (1944). Sin embargo, los filmes de su etapa alemana, como "Metropolis" (1927), la saga centrada en el doctor Mabuse y "M", son sus grandes obras maestras y toda un referencia del posterior cine de género.
Título original: "M". Título alternativo: "M – Eine Stadt sucht einen Mörder", "M, el vampiro de Düsseldorf" y "El vampiro negro". País y año: Alemania, 1931. Director: Fritz Lang. Guión de: Fritz Lang y Thea von Harbou. Elenco: Peter Lorre, Ellen Widmann, Inge Landgut, Otto Wernicke y otros.
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