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16 jul 2012

"El crimen de la calle de Bordadores" (1946): Una obra maestra del cine español

Por Pedro Sala Jiménez
Escritor y crítico de cine
España

Tengo fama de que odio el cine español. No es que no me guste, lo que ocurre es que la industria cinematográfica española (igual que la cultura en general) está politizada hasta el punto de que, o eres amigo del partido del que gobierna, o te comes una mierda igual de grande que una catedral. No importa la calidad, solo ser amigo del político que manda para que financien unos proyectos que en algunas ocasiones roza lo ridículo. Al final, solamente "cuatro gatos" pueden vivir de ello, apartando a los nuevos talentos a la marginación.

"El crimen de la calle de Bordadores" (1946) está dirigida por Edgar Neville, y tiene que ver mucho con la politización que se ha mencionado antes. Su director es, junto a Ladislao Vajda, el maestro de todos los que habrían de venir en los años 50', 60' y décadas venideras. Pues bien, el mero hecho de que ambos apoyasen al régimen de Franco y se convirtieran en los realizadores oficiales, en la actualidad se encuentran olvidados, siendo más importantes otros directores de tendencias izquierdistas.

Ahora, una pregunta: ¿qué tiene que ver la ideología política de un actor o director a la hora de criticar su trabajo? Pues bien, muchos críticos de mi país, amigos cinéfilos y gente conocida le dan muchísima importancia. ¿Acaso negamos la calidad de nuestros artistas durante el Siglo de Oro por qué trabajaban para unas monarquías absolutas y una Santa Inquisición que dominaba mediante el terror? La respuesta es no. ¿Habrá un padre que impida ver a su hijo pequeño los dibujos de Walt Disney porque el creador de Mickey Mouse era anticomunista y mando detener a numerosos trabajadores suyos por ser de izquierdas? Personalmente cuando critico un filme o analizo la carrera de un artista me da igual que sea de izquierda o de derecha; que sea un borracho o un putero; que maltrate a su mujer o que abandone a sus hijos. Lo único que me importa es su trabajo. Si algún día tengo que escribir una biografía lo tendré que tener en cuenta e incluso le daré importancia.

"El crimen de la calle de Bordadores" está basado en un crimen real que ocurrió a finales del siglo XIX en Madrid. Una mujer madura y rica es encontrada muerta en su casa. La Policía no duda en detener a la criada. Tres periodistas reconstruyen los hechos encontrando tres sospechosos: la citada criada de la víctima, el pretendiente de la señora (un galán juerguista que se aprovecha económicamente de ella) y una bella lotera a la que el vividor cortejaba.

Se está ante uno de los mejores trabajos de Edgar Neville y, a la vez, una de sus películas que peor ha tratado el paso del tiempo. Muy pocos se acuerdan de este filme que, no solamente suponía el comienzo del cine negro en España, sino que aportaba las primeras bases del thriller europeo que vendría a finales de los 60' y principios de los 70'. Directores como Chicho Ibáñez Serrador, Paul Naschy, Juan Piquer Simón, Dario Argento, Luigi Bazzoni y otros muchos más que hicieron terror en el viejo continente, bebieron de esta película y de "La torre de los siete jorobados" (1944), también del mismo realizador.

Rodada en una magnífico blanco y negro, sus primeros planos demuestra la gran calidad que desprende el trabajo de un Neville inspirado y cuya influencia del cine americano es evidente a lo largo del metraje. También se aprecia características del neorrealismo alemán, en especial de Fritz Lang y del cine europeo, destacando a directores como Max Ophuls o el "Maestro del Suspense" Alfred Hitchcock.

Su historia, contada mediante flashbacks, recuerda al mejor cine film noir americano y a las grandes películas del género negro que se rodaba en el país del tío Sam. Eso sí, todo adornado con chotis, bailes, verbenas, flamencos y toros, retrocediendo al mejor Madrid castizo de finales del siglo XIX y principios del XX. Asimismo, hay humor negro, casi corrosivo, que ataca directamente a la prensa, a los burgueses, a los jueces o al pueblo en general, todos pasados por un guión igual de práctico como pretencioso.

En definitiva, una obra maestra del cine español y de Edgar neville, unos de los pocos directores que tenía clase propia en una década tan oscura como la que estaba sufriendo España. Puro cine, señores, recomendada para los amantes de la gran pantalla.
EL MOMENTO: La interpretación de Antonia Plana, en su papel de la criada Petra, en la escena de su segunda declaración en el juicio. Toda una lección de interpretación que deja un final memorable. A DESTACAR: A parte de esa descripción cañí que se hace del Madrid de finales del siglo XIX, hay que destacar el reparto de la película. Además de la ya mencionada Antonia Plana, se destacan actores de teatro a la vieja usanza como eran Manuel Luna, Mary Delgado, Julia Lajos, Rafael Calvo, José Prada y José Franco. No se puede pedir más nivel interpretativo por eso años. LO PEOR: Pese a que Manuel Luna era un actor de una naturalidad portentosa, y que representa a la perfección el clásico vividor y gigoló que se encarga de ligar a ricas maduritas y gorditas, su personaje va perdiendo presencia a medida que avanza la película. Trasladado a un segundo plano el personaje de Luna, el filme se convierte en un melodrama cotidiano, con aire de culebrón, desapareciendo, por otra parte, lo detectivesco, decayendo hacia un final muy acorde a la época.
A Hilze Wonka, mi querida amiga
y seguidora condicional de México, 
con todo mi cariño le dedico
esta crítica y le mando un millón 
de besos desde España. 

Título original: "El crimen de la calle de Bordadores". País y año: España, 1946. Director: Edgar Neville. Guión de: Edgar Neville. Elenco: Manuel Luna, Mary Delgado, Antonia Plana y otros.

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