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6 mar 2014

"The Tingler" (1959): ¡Cuidado con el Aguijón de la Muerte!


Por Gonzalo Gala
España

Hoy seguramente sorprendan las imaginativas campañas publicitarias de algunos filmes de terror, con el fin de atraer espectadores a las salas, pero no es algo original. En los años cincuenta hubo un director que se especializó en este tipo de estrategias, incluso hizo flotar un esqueleto, entre las butacas, durante la proyección: William Castle.

Una de sus películas fue "The Tingler" (1959). La misma parte de una curiosa premisa: cuando el hombre alcanza el clímax del miedo, una criatura se aloja en nuestra columna vertebral. La realidad es que se trata de un filme del llamado "Rey de los gimnicks” cuyo éxito radicaba en los trucos publicitarios y en los sustos sorprendentes en la propia sala de proyección; aunque si algo no sorprende en la película es el protagonismo de Vincent Price.

Su actor fetiche interpreta al doctor Chapin que, tras examinar la radiografía de un condenado a muerte, descubre una interesante revelación: el miedo atrae a ese ser, The Tingler (que sería algo así como El aguijón), cuyo nombre da título a la película, pero lo más curioso es que para expulsarlo sólo hacía falta chillar de miedo. Y la idea, como lo planteó Castle, fue tan impactante, en su momento, como influyente en el posterior cine de género. ¿No intenta el terror reflexionar sobre eso que llamamos "morir de miedo"? Pues "The Tingler" cuenta con el atractivo de mostrar, por primera vez, el terror a través de una sala de proyección (de películas mudas y dirigidas por una propietaria, sordomuda, una curiosa paradoja en el contexto de la película).

También el filme es una de las primeras interacciones con el público. Mientras que en la pantalla del cine, la historia nos muestra cómo un ser de abominable aspecto, parecido al ciempiés, se escapa en una sala de proyecciones; en la vida real un mecanismo comienza a vibrar y a lanzar pequeñas descargas inofensivas pero sensitivas desde algún lado de cada butaca. Así regaló el mejor momento de la película: Vincent Price lanzaba un grito: "The Tingler is loose in this theather. Scream, scream for your lives".

Uno de los aspectos más interesantes son los insertos de unas escenas de "Tol'able David" (1921) de forma tan extraordinaria que parece que vaya a suspenderse la proyección de "The Tingler" por la cinta de Henry King. Una mezcla de ficción (el filme de King) y de realidad (la historia que cuenta Castle) que dio un curioso juego en el cine fantástico, pero también fuera de él (se podría señalar como ejemplo "Targets" (1968) de Peter Bogdanovich). Eso sí, dentro del género de terror se encuentran una multitud de ejemplos: la española "Angustia" (1987) de Bigas Luna; "Scream 2" (1997) de Wes Craven; o "The Ring" (2002) de Gore Verbinski.

Por otra parte, William Castle intenta parecerse a sus dos referentes. Primero, a las tramas detectivescas de Agatha Christie; esos aristócratas encerrados en un caserón, asesinándose entre ellos, lo que recuerda a su película "House on Haunted Hill" (1959), también con Vincent Price. Como tampoco el cineasta abandona la influencia de su adorado Alfred Hitchcock, con una curiosidad: uno de los cineastas más "Hithcock" posteriores, Brian de Palma, recurrirá a una de las mejores ideas de la película de Castle: un ingeniero de sonido busca el grito perfecto para su propio filme ("Blow Out", 1981).

Hoy las películas de Castle son carnaza de remakes hollywoodienses, a pesar de ser otro director con la etiqueta de "maldito" que supo hacer dinero con el cine de terror de muy bajo coste, a la altura de Roger Corman o Jesús Franco.

Si ven "The Tingler", "cuando tengan miedo, mucho miedo, griten con todas sus ganas. ¡Griten antes de que el 'Aguijón de la Muerte' atrape su espina dorsal y la destroce por el miedo!".

Título original: "The Tingler". Títulos alternativos: "Escalofrío" y "El aguijón de la muerte". País y año: Estados Unidos, 1959. Director: William Castle. Guión de: Robb White. Elenco: Vincent Price, Judith Evelyn, Darryl Hickman, Patricia Cutts y otros.

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