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19 abr 2013

BAFICI 2013: Una jornada a pura sangre y medias de red


Por Canela Ailen Rodriguez Fontao
Desde el BAFICI
Argentina

Ella(s) camina(n) por la calle, multiplicándose. Ella flota mientras ama. La otra ladra como un animal y lo devora todo. Algunas se aburren eternamente, otras deambulan por la ciudad y hay otras que comen hombres. Lo que une a todas estas mujeres es una necesidad imperiosa de sangre, desmembramiento y supervivencia.

Las chicas (malas) de estos tres films, tienen una vida complicada que requiere de rituales y ceremonias que cualquier ser humano (minimamente) en sus cabales calificaría de sádica, tortuosa e incluso grotesca. Cada una de estas películas refleja, vestido de encaje y seda, lo más instintivo del hombre.

"Vamps (2012)": El lado luminoso de la vida
De Amy Heckerling

Goody (Alicia Silverstone) ama las películas. Se identifica con ellas porque son eternas. Stacey (Krysten Ritter) es gótica, estudia cine y duerme junto a un póster de The Cure. "Vamps", de Amy Heckerling, nos cuenta el júbilo y la vida despreocupada de dos (no tan) jóvenes vampiras neoyorkinas que acomodan su vida y sus costumbres al lema "causar el menor daño posible" y que se autodenominan F.V.E. (forma de vida extendida). Son seres altruistas que intentan hacer el bien hasta las últimas consecuencias. Literalmente.

Lo que divierte en "Vamps" es que Heckerling no duda en disponer de cada uno de los elementos del subgénero de vampiros para burlarse a carcajadas de ellos. Plantea una época en la que la efectividad del ajo y el crucifijo es nula y donde la decapitación por motosierra basta para eliminar el mal de la tierra. Pero la originalidad del filme, o incluso su osadía, no radica en la burla maleducada de las pautas fundantes del subgénero sino más bien en intentar establecer una nueva clase de vampirismo, desligado de lo oscuro, lo criminal e incluso lo sexual. Es tan pop que brilla como el glitter y huele a frutillas.


En esta movida por trabajar con elementos del género, satirizándolos, Heckerling no solo subvierte la figura de Van Helsing como cazador de vampiros, haciéndolo enamorarse de una de ellas, sino también la condición de irreversibilidad propia del vampirismo. Si en los filmes clásicos de vampiros las opciones eran morir en manos de otro o vivir eternamente, aquí existe una tercera chance: la posibilidad de ser mortal una vez más.

A pesar de poder ser considerada extremadamente rosa, no falta sangre ni desmembramientos ni mordiscones. Las chicas vuelan, hipnotizan, flotan y mastican (solo en ocasiones especiales) algunos cuellos. Hay tanto amor y tanta melancolía que el autosacrificio, como acto altruista por excelencia, es una constante latente a lo largo de todo el filme. Sabemos que esas chicas son capaces de hacer todo por amor. No solo enamorar a un Van Helsing y convencerlo de que su cuello será virgen por siempre, sino también de crear vida y sacrificarla.

"Las amigas" (2013): El festín sangriento
De Paulo Pécora

En el otro extremo, la oscuridad de "Las amigas", mediometraje de Paulo Pécora. Cuatro amigas conviven en un caserón abandonado, agotadas por el tedio. Para ellas hoy es igual que mañana, mañana igual que dentro de un año y dentro de un año igual que en un siglo. Lo único que las mantiene con vida es la repetición de un ritual sádico: raptar hombres, tener sexo con ellos y devorarlo todo.

Pécora parece utilizar el blanco y negro, y en ocasiones el color, con el objetivo de otorgar una estética retro similar a la de los clásicos, dotando a los personajes de una atemporalidad interesante. El tedio que emana de la cinta es el propio de una rutina constante llevada al infinito. Las influencias del cine expresionista en el uso de las sombras, del surrealismo en la escena del desmembramiento de la muñeca e incluso de la película "M, el vampiro de Dusseldorf" (una de las joyas del maestro Lang), se manifiestan de forma obvia a lo largo del filme. "Las amigas" posee un ambiente y una psicología propias del cine de vampiros clásico.

Si las vampiras de Heckerling eran capaces de controlar sus instintos e intentaban causar el menor daño posible, las de Pécora son seres amorales que no dudan ante la necesidad. Son criaturas lejanas de todo romanticismo, primitivas, salvajes y devoradoras, con el instinto a flor de piel. Tan bellas como escalofriantes. Son tus vecinas, las que te sonríen en las plazas o con quienes podrías compartir asiento en el colectivo. No vienen de un país lejano, sino que están en cerca de tu casa.
 
"Mujer lobo" (2013): Un trío
De Tamae Garateguy

Existen revelaciones. Momentos trascendentales en los que descubrimos una verdad (o un secreto) que permanecía oculto. Algo se ilumina. Una vez que todo esto ocurre y la magia es revelada, ya nada vuelve a ser lo mismo.

El filme de Tamae Garateguy es una rareza dentro del cine argentino. De esas que, una vez que logramos encontrarlas y descubrirlas, nos hacen sentir que hay algo nuevo que está brotando y que se aproxima a una velocidad irrefrenable.


En "Mujer lobo" hay tres chicas diferentes que viven en una. Está la rubia ninfómana, la morocha asesina y la frígida-frágil que solo quiere enamorarse. Tres rostros que se enfrentan y que conviven en un solo cuerpo del cual no sabemos más que de su fragmentación. Ese rostro que las agrupa y que las contiene se nos mantiene ajeno, imperceptible, lo que nos pone en una situación de tensión absoluta. ¿Cómo advertir la proximidad del peligro si su aspecto es desconocido?

La mujer deambula por los pasillos del Subte B buscando presas y aulla como un lobo cuando se excita. Es un verdadero mito urbano, real y viviente, que necesita en igual medida del sexo y de la sangre. El problema del filme que funciona como motor de la historia surge cuando intenta asesinar (sin saberlo) al oficial García, luego de haberlo seducido en el subterráneo. A partir de ahí, "Mujer lobo" se vuelve un policial (erótico, como lo define la directora) y, por consiguiente, una persecución mortal.

Es un cine tan atrevido que no escatima en sangre o sexo, ni teme que lo llamen porno, gore o trash, porque sabe que no lo es o porque simplemente no le interesa serlo. Garateguy estiliza las imágenes hasta el extremo de volver estéticamente deleitables las más repulsivas escenas de tortura y asesinato. Filmada en un blanco y negro que, en lugar de opacar, resalta con la intensidad del flúo la belleza de los cuerpos y la del crimen, "Mujer lobo" nos deja con la felicidad de haber resuelto un misterio oculto.

1 comentarios:

Unknown dijo...

hola amigos blogueros. os dejo un enlace a mi blog, que es de mis aventuras como filmaker underground. http://persiguiendomydream.blogspot.com.es/