Pages

5 abr 2012

Conociendo a John Waters, genio de la subversión

Por Pablo Cardozo Di Lorenzo
Uruguay

El cine underground ultra independiente, ese que muy pocas veces se encuentran en las estanterías de los videoclubs, o ni siquiera en el repertorio mainstream de la mayoría del público en general, ha sido expuesto en innumerables ocasiones en "TERRORÍFILO". Es por eso que estas notas serán dedicadas a un verdadero transgresor: John Waters

Waters no está asociado al horror propiamente dicho (aunque en muchos de sus filmes hay verdaderas situaciones horrendas y de violencia extrema), pero ha cultivado un nicho privilegiado por ser un gran visionario, con originales y descabelladas ideas que sumergían en historias aún más delirantes a una variada e interesante gama de extrovertidos y excéntricos personajes.

La figura de este cineasta se transformó rápidamente en un referente del cine ultra trash independiente, un modelo a seguir para jóvenes y desafiantes realizadores que veían en este movimiento underground cinematográfico una fuente ilimitada de inspiración para sus propios proyectos.

Waters causó un impacto enorme dentro de la industria menos convencional, ya que sus historias, la estética usada por sus personajes, las temáticas abordadas (su encasillamiento al comienzo como mero realizar de cine explotativo), y, en definitiva, lo que el quería transmitir a su devota audiencia, un cine en donde historias inverosímiles pueden convivir con grotescos personajes surrealistas casi extraídos de una novela dantesca inmersos en las más absurdas y exageradas situaciones y que todo ese avasallamiento bombástico podía vincularse de alguna forma u otra con el público, fueron algunas de las razones de su éxito... aunque no las únicas.

Nacido en la ciudad de Baltimore, Maryland (en donde ha filmado todas sus películas), Waters comenzó su "carrera" dentro del séptimo arte filmando una serie de cortos experimentales, muchos de ellos explícitos en contenido y simbología, y que eran exhibidos en su cuidad natal (quien lo apañó y cobijó como una de sus más grandes y talentosas personalidades).

Con un fiel y grupo de amigos creó una compañía teatral llamada los Dreamlanders, estableciendo un vínculo especial y muy duradero con ellos. Entre los actores de ese ensamble se encontraban sus amigos David Lochary, Mary Vivian Pearce, Mink Stole y Channing Wilroy. Hubo grandes descubrimientos como Edith Massey (una actriz madura no profesional, cuasi amateur, que desfiló por los mejores filmes del realizador), Cookie Mueller, Danny Mills y Susan Lowe entre otros.

Es casi excluyente no imaginar a la figura de John Waters en una formidable simbiosis con su musa inspiradora y máxime actriz fetiche, Divine, cuya figura se convertiría en un ícono propio y representaría a la perfección la escencia de la filmografía del entonces atrevido y osado realizador.

Luego de una serie de cortos y largometrajes (los más polémicos en los 60' y 70': "Roman Candles", "Multiple Maniacs", "Female Trouble", "Mondo Trasho" y "Pink Flamingos"), Waters continuó explorando sus fijaciones de manera mucho más pulida y profesional, aunque nunca dejando de lado su satírica visión de vida y sus eternas obsesiones: el sexo, la diversidad de género, el crimen, los medios masivos de comunicación o mass media, la vida suburbana entrelazada con el estrellato y la popularidad, la perversión , entre otros. "Polyester", "Hairspray", "Serial Mom", "Pecker" y "A Dirty Shame" son algunos de sus más "centrados" esfuerzos.

Divine (alias de Harris Glenn Milstead) era un tímido joven con sobrepeso, amante de la actuación y el teatro, quien forjó, desde su adolescencia, una entrañable amistad con Waters. Juntos recorrerían los caminos más inesperados del arte underground, motivarían a su generación y a las posteriores, y sacudirían, a su manera, los cimientos de los subgéneros ya mencionados. En su drag persona de Divine, este formidable actor interpretaría roles memorables sobre todo en la etapa más subversiva de la filmografía del director. Los personajes que Divine personificó traspasarían la misma obra de Waters, presentados como anti héroes que rápidamente cobraron el status de figuras o roles que refirmarían un anti establishment cultural para el momento, en donde la anarquía impuesta jugaba un rol primordial, así su clara posición de exaltar lo opuesto a lo moralmente correcto, destrozando y aniquilando toda norma social o moral impuesta en la época.

"Pink Flamingos"

"Pink Flamingos" (1972) es probablemente la película más conocida y reconocida de John Waters. Su ya legendario cult status recae y se asienta por innumerables motivos.

Es quizás la cinta más transgresora de la filmografía del director norteamericano. Esa trasgresión es evidente y potenciada al máximo en la historia y en sus crudas y para nada sútiles imágenes, sin en el más mínimo escozor en presentar temas taboo, diálogos hiperbólicos, representaciones de imborrables escenas que probablemente dejen estupefactas o con un sensación de que algo "grave y moralmente erróneo está sucediendo" en las retinas del sorprendido espectador. Por supuesto, todo ávido conocedor de Waters sabe a que atenerse y conoce la permeabilidad, exageración y exaltación de ciertas circunstancias, temáticas y personajes en sus películas, por lo que, seguramente, estarán muchísimo menos sorprendidos que la audiencia más despistada.

El filme narra la historia de dos grupos bien diferenciados que luchan por coronarse como "The Filthiest People Alive" (las personas más asquerosas del mundo). Uno de estos bandos está bajo las órdenes de (¿quién más puede ser?) Divine, una semi celebridad en busca de mayor reconocimiento, que vive en el submundo criminal bajo el alias de Babs Johnson y que tiene como objetivo primordial ser la persona más repugnante y asquerosa jamás vista.

Babs vive en un trailer en un bosque suburbano junto a su madre Miss Edie (quien posee un gran y asombroso fetiche por los huevos, y que pasa sus días en un corral de niños) cuya inocencia contrasta notablemente con el resto de los secuaces de su hija. Ella es secundada por su hijo Crackers (posterior amante furtivo)  y por su mejor amiga Cotton. Comete los actos más repulsivos, saliéndose con la suya, esquivando la ley.

Por otro lado, está la egocéntrica y arrogante pareja conformada por Raymond y Connie Marble. Aunque ambos son coloridos personajes, con un aire extravagante y llamativo, son tan o más perversos que Babs. Manejan un oscuro negocio en donde secuestran a inocentes adolescentes a quienes su mayordomo embaraza para luego vender esos bebés a adineradas parejas de lesbianas. Éstas y otras conductas de los Marbles hacen de ellos los enemigos acérrimos de Babs y los antagonistas de la historia.

En esta lucha de poder, se verán las situaciones más descabelladas e hilarantes ya que los dos grupos harán las cosas más desagradables para opacar al otro y así reinar entre la asquerosidad a la que aspiran.

El director John Waters ofrece un éxtasis de peculiar satisfaccion, curiosidad y realismo en provocar a su audiencia y lo hace de manera genial. Todas las parafilias imaginadas (y posiblemente no imaginadas) son representadas en la pantalla en los 93 minutos de la cinta (el 25º aniversario del filme se celebró añadiendo footage y se extendió a los 108 minutos).

Si bien la historia es verdaderamente inusual, Waters va por más y opta por secundarlo con un valor shockeante único: travestismo, diversas formas de explícito fetichismo, bondage, actos sadomasoquistas y BDSM, hetero, homo y bisexualidad, transformismo, incesto, zoofilia, exhibicionismo y coprofilia son solo algunas de las prácticas que se pueden ver en el filme.

Pero, más allá de su temática, Waters le imprime cierta humanidad a sus personajes. No son solo deviants o personajes “moral y sexualmente inadaptados”, además enfatiza que la satírica historia propuesta tiene aristas filosas, claro que sí, pero una enorme dosis de comedia negra. Y, el buen espectador, puede descubrir esos momentos: la imagen surrealista y con un valor simbólico de identidad genérica absoluta de Divine caminando libremente por las calles de Baltimore, bajando unas escalinatas con la bandera estadounidense flameando detrás, no puede pasar desapercibida y representa un momento histórico de plenitud sexual cinematográfica que es evidente.

O cuando en una notable escena, un grupo festivo de invitados a una de las bodas más inusuales en la historia del cine, consume de manera no ficticia y real, una serie de alucinógenos, provocando una de las tantas extraordinarias e histéricamente imborrables tomas del filme. No se develará que "The Singing Asshole" (así está su nombre en los créditos del filme y es el actor que lo interpreta) protagoniza quizás una de las dos performances más memorable de la cinta.

Ese primer puesto de honor recae sobre Divine, en la última escena de "Pink Flamingos"... sin cortes, sin censura, todo filmado en una sola toma. Hay que verlo para creerlo. Solamente Divine y John Waters podían irrespetar de tan excelente manera, con un coraje único, el cine convencional. Un momento cinemático que no pasará al olvido.

Para los amantes del cine trash, indie, absolutamente políticamente incorrecto, anarquista, subversivo, desafiante, delirante, inspirador y ya legendario, "Pink Flamingos" es, quizás, la mejor opción. Un proyecto filmado con pasión y entrega absoluta, sin pensar en sus consecuencias. Ni John Waters, Divine y todo el ensambe imaginarían el profundo impacto que causarían con su irrespetuosa y mágica creatividad.

Título original: "Pink Flamingos". País y año: Estados Unidos, 1972. Director: John Waters. Guión de: John Waters. Elenco: Divine, David Lochary, Mink Stole, Mary Vivian Pearce y otros.

0 comentarios: