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14 mar 2012

"Bloodsucking Freaks" (1976): Ralphus rules!

Por Pablo Cardozo Di Lorenzo
Uruguay

Si bien el cine explorativo (y todos sus subgéneros) tuvo su gran apogeo en la década de los 60' y su máximo esplendor en los 70', hay innegables películas que por su temática y contenido controversial (para la época) eran consideradas explotativas desde las tempranas décadas del siglo XX. Por nombrar solo un par de ejemplos, "Reefer Madness" (1936) y su semi apología al consumo de marihuana y sus derivativas consecuencias, o la conocida "Mom and Dad" en la que un parto real era visto como pura pornografía, hicieron que la censura norteamericana, engalanada por la MPAA (Motion Picture Association of America) tratara mediante adversas e ilegítimas legislaciones y el apoyo incondicional de grupos de extremistras conservadores regular arbitrariamente lo exhibido en las salas cinematográficas, controlando de manera cuasi fascista la industria cinematográfica (algo que años después emularía la British Board of film Classification, BBFC) es decir, la censura británica.

La lista de cintas incluidas es interesante y prometemos ahondar más en este subgénero del cine de horror en próximas ediciones.

Dentro de lo que se puede denominar como gore exploitation o gore explotativo, el espectador puede encontrar una película extremadamente peculiar: "Bloodsucking Freaks" (1976). Con un título atractivo y bastante singular (se lo podría traducir como "fenómenos chupadores de sangre"), este filme encaja perfectamente en la categoría ya mencionada en donde profusas escenas gore y sadomasoquistas se fusionan con el prototipo de cine trash ultra independiente de bajo presupuesto.

Dirigida por Joel M. Reed, la historia se desarrolla en un teatro al más grandilocuente estilo del Gran Guiñol francés. En este escenario particular y absolutamente diferenciado del teatro convencional, los artistas en escena así como la audiencia participan al unísono y como absolutos protagonistas presenciales de los más diversos actos de depravación, sadismo, masoquismo y perversión absoluta.

Master Sardu es la figura principal de este atroz espectáculo. Un especie de mago medieval, maestro de ceremonias o anfitrión, delgado, excéntrico, lánguido y con una presencia levemente gótica (fomentada por su mascota, un gato negro de diabólica mirada) cuyas perversiones sexuales son el leit motiv de su bizarro show. 

Este personaje está en absoluto control de los actos en cuestión y con precisión exacta imprime con educación un insolente aire de vil superioridad. Para él, los espectáculos artísticos no son una realidad, ni una mera fracción de ésta, sino que son pura fantasía. Fantasía que, quizás para algunos de los asistentes, pueda ser considerada más allá de la misma.

Sardu, autodenominado Amo del Teatro de lo Macabro, posee un fiel, devoto, consecuente y leal asistente llamado Ralphus. Él es quizás menos extravagante, pero más llamativo que su señor. A pesar de su pequeña estatura, Ralphus es la mano derecha de Master Sardu y, como él, trata de llevar a cabo una obra teatral siniestra en donde la yuxtaposición de la mente brillante de Master Sardu más la habilidad de sumisa obediencia y aptitud creativa de Ralphus funcionan a la perfección.

El dúo en cuestión es el protagonista de la cinta y sus andanzas son presentadas en escena como verdaderas alegorías de placer y goce retorcido para la audiencia mainstream o convencional que son testigos oculares de las depravaciones orquestadas. Por un momento tuve un ligero déjà vu en la escena inicial de "Multiple Maniacs" (1970), del genio transgresivo John Waters, en donde, en una carpa ambulante, las más asquerosas representaciones se llevaban a cabo. "Bloodsucking Freaks" no es tan distante o disímil a la obra de Waters. Ambos directores contemplan figuras de outsiders para llevar al límite (a su manera) la saciedad de sus propios deseos.

El delineamiento de los dos personajes está muy bien logrado, proyectando una ambivalencia no solo por la apariencia física de ambos (en algún momento cuasi grotesca), también por la diferenciación marcada de las distintas personalidades. Master Sardu se comporta en ocasiones como un educado barón inglés, con un sentido del humor enfermizo donde la ironía y el sarcasmo juegan un papel vital en su discurso. Su postura erguida y su selecta verborragia hacen atractivo a un hombre que ciertamente no lo es. Ralphus, por el contrario, juega con maquiavélico placer su función de relegado servidor.

Por supuesto que la puesta en escena de este singular teatro es solo una excusa para ocultar el verdadero objetivo del mismo. Mientras la cinta prosigue, la audiencia descubre con zozobra la verdadera realidad y las intenciones de esta troupe: mujeres en el más absoluto estado primitivo son mantenidas cautivas en sótanos y mazmorras, denigrándolas a poco más que simple animales salvajes, y siendo objeto de los actos más reprensibles jamás vistos; otro grupo de mujeres es utilizado de manera servil y degradante sin la menor objeción de su parte; un critico de teatro acérrimo a este espectáculo es secuestrado y torturado, al igual que una bella y blonda bailarina Natasha, mientras que dos corruptos policías se ven en el medio de la ilegal transacción.

Sería innumerable describir los actos perpetrados en pantalla. Sin mencionar la mayoría de los spóilers, se podría decir que algunas de las actividades incluyen: tortura, desmembramiento, remoción de piezas dentales, electrocución, uso de taladro y otros "instrumentos", sadomasoquismo, necrofilia, modificación extrema de cuerpos y la lista continúa. La misoginia es explícita, no hay nada sutil en ella. La mujer no es un individuo, es vista y presentada como un objeto de placer y como uso de perversa satisfacción.

Si bien los lectores podrán sentir repulsión por esta película y por esta crítica, es importante aclarar que "Bloodsucking Freaks" posee un elemento primordial y altísimamente significativo que la hace diferenciarse de otros ejemplos de cine de género. Esta película no puede en absoluto tomarse en serio. Esto es quizás la mayor virtud de la misma. Técnicamente amateur y de extremo bajo presupuesto, la cinta cae en sus propias vacilaciones cinemáticas y de actuación. 

Master Sardu y Ralphus proyectan cierta credibilidad; sus personajes al ser exagerados son atractivos e interesantes al espectador. Pero el resto del elenco es inexistente, las líneas de diálogo son recitadas como lo harían un grupo de niños de jardín de infantes en un fin de curso del año escolar. Además, los FX no son del todo efectivos.

Aclaro, me apasionan los filmes indie y de bajo presupuesto, pero "Bloodsucking Freaks" hace que "Black Past" (1989) o "The Burning Moon" (1997), ambas de Olaf Ittenbach, o inclusive Violent Shit (1989), de Andreas Schnaas, pudieran ser consideradas como serias candidatas al Oscar.

"Bloodsucking Freaks" es un filme que atraerá a una audiencia muy particular. Me atrevo a asegurar que la mayoría de los fanáticos o seguidores del cine de horror la pasaran desapercibida. No obstante, para aquellos aventureros que les emociona una experiencia cinematográfica distinta, representada en este "mini clásico", estoy seguro que tendrán su recompensa.

Es una película difícil de recomendar, reitero, a pesar de la temática no da para ofenderse por el material, al contrario, es una de esas curiosas y extravagantes cintas en donde el delirio de su director y del ensamble de actores hacen su propia magia. Arriésguense y disfrútenla sin mucho análisis de por medio.

Título original: "Bloodsucking Freaks". Títulos alternativos: "Blood Sucking Freaks", "The Incredible Torture Show" y "Sardú, el teatro del miedo". País y año: Estados Unidos, 1976. Director: Joel M Reed. Guión de: Joel M Reed. Elenco: Seamus O'Brian, Viju Krem, Niles McMaster, Dan Fauci y otros.

1 comentarios:

cthulhutv dijo...

excelente Blog


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