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16 jun 2011

"The Brides of Dracula" (1960): ¿El mejor filme de vampiros de la historia?

Por José Manuel Gomis Aracil
España

No deja de ser una curiosidad propia de la historia del cine que la película "The Brides of Dracula" (1960), conocida también como "Las novias de Drácula", sea verdaderamente la segunda parte de "Drácula" (1958) de la productora Hammer, habiendo otra oficial titulada "Drácula, príncipe de las tinieblas" (1966).

Esta película es una de las mejores de la casa de terror inglesa y, para muchos, el mejor filme de vampiros jamás realizado. Terence Fisher, el director, consigue dotar a la cinta de un misterio y un clima envolvente que rebasa a la primera entrega del misterioso vampiro encarnado por Christopher Lee.

Paradójicamente, en esta cinta no aparece el carismático actor británico, dejando el papel de vampiro de turno en manos del actor David Peel. Es curioso que el título de la película haga referencia a Drácula cuando en realidad el personaje no aparece en toda la película.

No hay en la historia del cine un ejemplo más claro de cómo llevar a cabo un trabajo con tanta elegancia y maestría de la mano del genial director británico y de cómo hacer interactuar a los personajes en un guión sencillo pero cautivador desde su inicio.

A nadie se le escapa la influencia de Van Helsing en las novelas de finales del siglo XIX. El atractivo de este personaje converge entre el bien y el mal, entre el misterio y la deducción, entre la enfermedad y su remedio. Hacer convivir este carisma con un personaje de novela dignifica el sueño literario adolescente por excelencia; la aventura y la pasión por lo desconocido. Este Van Helsing, interpretado por Peter Cushing, es el mejor ejemplo de adaptación de un personaje literario de ficción al servicio de una película sin desvirtuar su personalidad y su atractivo. Peter Cushing es Van Helsing, así de simple y sencillo; si se pudiera imaginar, él sería Abraham Van Helsing, nació para ello, para hacernos disfrutar de su interpretación haciéndonos soñar con el misterio y el terror, combatiendo el mal desde su núbil arrojo y valentía.

Desde el principio, la colorida fotografía, los cielos nublados, la niebla y la banda sonora van envolviendo al espectador en un halo de misterio y terror donde el vampirismo se respira en cada rincón.

Esta película es una joya del cine de terror no recomendada para todos los que busquen emociones fuertes, sustos o sangre a raudales. Por el contrario, este filme se basa en la sutilidad y la insinuación.

La clave de la película son las sombras. Fisher somete al espectador a un ejercicio visual inundando la pantalla de colores, lo sumerge en un cuento fantástico plagado de luces y sombras, y la obstinación de la sugerencia como forma de narración, de la que hace gala, explica su polémico final, más artístico que narrativo.

La escena final en el molino, copiada hasta la saciedad en películas de terror (véase "Sleepy Hollow"), es el clímax de una de las peleas entre el bien y el mal más estudiadas de la historia del cine de terror, por contener el único ataque directo de un vampiro mordiendo el cuello del protagonista y su posterior cauterización por parte del renombrado mata-vampiros.

Sin dudas, una de las mejores películas sobre cuentos vampíricos a la que no le falta nada: cruces, sangre, colmillos, tumbas, leyendas oscuras... y un Van Helsing impresionante e irrepetible, que brilla como no podrá volver a hacerse. Resumiendo, una obra maestra de la historia del cine al alcance de cualquier soñador con ganas de pasar un rato rodeado por el misterio y el terror de la mano de Terence Fisher.

Título original: "The Brides of Dracula". Título alternativo: "Las novias de Drácula". País y año: Reino Unido, 1960. Director: Terence Fisher. Guión de: Edward Percy, Jimmy Sangster y Peter Bryan. Elenco: Peter Cushing, David Peel, Martita Hunt, Yvonne Monlaur y otros.

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