Por Gonzalo Gala
España
"La trampa del mal", la última película producida por M. Night Shyamalan, evoca a aquellos escenarios en los que se presiente la esencia del terror. La sensación de aislamiento, claustrofobia y hermetismo, junto a la presencia del ascensor, que confiere actualidad, aparecen como sus señas de identidad de un género.
Así, la atmósfera, la íntima frontera entre la cotidianidad y la esencia tenebrosa de toda representación del horror, se convierte en ese espacio físico de todas estas historias.