La década de los ochenta y buena parte de los noventa fue el período más productivo y admirable del cineasta John Carpenter. Sus oscuras cintas son una muestra de los altos niveles de creatividad y frescura que alcanzó el género en esos años dorados.
Lamentablemente, el fin del milenio marcó un descenso al parecer irreversible en la capacidad artística de Carpenter. Sin embargo, los siguientes películas, además de las antológicas Halloween (1978) y The Thing (1982), forman parte de una obra de obligado estudio.