Desde el BAFICI
Argentina
Dentro del mar de películas que es el BAFICI cada año, la marea siempre trae alguna sorpresa/rareza que deja con las mejillas entumecidas por tanto sonreír. La última película de Ernesto Díaz Espinoza, "Tráiganme la cabeza de la mujer metralleta" (2012), es una de esas. De antemano debemos advertir al lector que no es una película de terror, sino de género. Un desquicio independiente (del mejor) que introduce al público en un submundo de sicarios, mafiosos y diosas en portaligas con residencia en Chile.
Dentro del mar de películas que es el BAFICI cada año, la marea siempre trae alguna sorpresa/rareza que deja con las mejillas entumecidas por tanto sonreír. La última película de Ernesto Díaz Espinoza, "Tráiganme la cabeza de la mujer metralleta" (2012), es una de esas. De antemano debemos advertir al lector que no es una película de terror, sino de género. Un desquicio independiente (del mejor) que introduce al público en un submundo de sicarios, mafiosos y diosas en portaligas con residencia en Chile.
El guiño al filme de Sam Peckinpah es tan obvio que casi no merece una acotación. Santiago, el protagonista, se ve envuelto en una serie de eventos desafortunados que lo llevan necesariamente a conseguir, en menos de 24 horas, la cabeza de la Mujer Metralleta. La presión de su jefe en la tanguería "El Che Longana", en donde el protagonista es DJ, irá en aumento a lo largo de la cinta, volviendo cada vez más vital la necesidad de dar con el paradero de esta mujer fatal.