Por Juan Martín Staffa
Argentina
Sin desmerecer los méritos técnicos que pueda tener un filme o la originalidad de la idea que lo puso en marcha, hay algo que, sin duda, contribuye en parte a que pocas películas sean exitosas no sólo a nivel comercial, sino también en el ámbito cultural, y ese ingrediente es la suerte.
Tómese, por ejemplo, el caso de "The Texas Chain Saw Massacre" (1974), la obra maestra de Tobe Hooper. Durante la preproducción, la realización de la cinta estuvo a punto de derrumbarse a causa de la falta de financiamiento –que luego sería obtenido gracias a un grupo inversor dedicado a negocios no demasiado nobles. El rodaje estuvo plagado de contratiempos con la producción y los actores. Y, finalmente, la distribución y exhibición en los cines peligró debido al contenido perturbador y grotesco del filme. Sin embargo, cada una de esas etapas pudo ser superada y Leatherfeace y sus diabólicos familiares se convirtieron en íconos del terror moderno.