Coordinador general Zinema Zombie Fest
Colombia
La moralidad es una suerte de valor que, en muchas ocasiones, no es más que un autoengaño, el cual evidencia la debilidad y la falta de autocrítica que nos identifica a los seres humanos. Un arma que, por momentos, solamente intenta justificar lo básico y pretencioso que se puede llegar a ser. Un supuesto poder por autoproclamar qué es bueno y qué es malo. Palabras más, palabras menos, la moralidad lamentablemente aún pretende establecer un juicio de principios perdidos en la falta de identidad y en la inseguridad.
En este perverso mundo de la moralidad, aún existen seres– quizás abducidos, tal vez provenientes del espacio exterior o sencillamente individuos transparentes– como el señor Jorge Molina. Hasta el momento y quizás para un indeterminado para siempre, este nombre puede pasar desapercibido para el coloquial mundo del cine. Ese mismo donde los nombres más peligrosos aún siguen bajo custodia y donde pareciera que solo se les da salida para recrear los sentidos y el glamour prestado de "los conocedores". A sabiendas de que el inframundo del celuloide siempre ha estado allí, claro, no todos se atreven a entrar a esa conocida dimensión desconocida, tal vez por temor a verse reflejados o por tener que aceptar públicamente que el universo fílmico es uno solo, donde las bajas pasiones y la enajenada moralidad se mecen en la misma hamaca.