Por Juan Martín Staffa
Argentina
Para un fanático del cine de terror –y del cine en general–, John Carpenter es sinónimo de buen cine. Pocos directores han sabido mantenerse tan ajenos a los vaivenes de una industria más preocupada por vender un producto que por contar buenas historias. Aún más, la filmografía de este cineasta neoyorquino es de las más coherentes de su generación. Carpenter siempre se mantiene fiel a su ideología y principios estéticos, sin importarle los resultados de crítica –en general muy buenos– y público –a veces no tan buenos–.
En 1983, el director venía de dirigir lo que ya es un clásico inigualable del cine de terror, "The Thing" (1982). Ya instalado como un referente del género, llegó a sus manos un guión basado en una novela de otro maestro, Stephen King. Para ese momento, el escritor era muy famoso gracias a sus escritos. La novela no había sido publicada todavía cuando los productores dieron luz verde al proyecto. Así nació "Christine" (1983), el encuentro de dos genios en el auge de su carrera.